domingo, 30 de septiembre de 2012

RESACAS

"Esa cara de idiota" Capítulo 7


Pocas personas conocen que en realidad las luciérnagas son un tipo de escarabajos, sin embargo, ¿quién desconoce porque las llaman así? Todos conocemos la luz, conocemos la alegría y sabemos reconocerla cuando está, podemos ayudar a una luciérnaga cuando su luz brilla, solo porque podemos verla. A veces nos olvidamos de quienes un día apagaron su luz y se olvidaron de sonreír, solemos no saber ayudar cuando todo va mal, pero mientras haya luz nadie duda que allí estaremos…Pero ¿y dónde quedó esa luz? A menudo, sin darnos cuenta, huimos, nos envolvemos escondiéndonos de nosotros mismos y simplemente rodamos como los escarabajos y escondemos esa luz, la perdemos, a veces somos simplemente escarabajos. Luciérnagas hay muchas, pero escarabajos más.
Buenas noches luciérnagas, nunca dejéis que nadie a vuestro alrededor se convierta en escarabajo y brillad por ellos. Ya que  esta noche hablo de tristezas y de luces apagadas, de miedos y lágrimas, de nuevo, hablo de mí, esta vez, sin él.
Es de noche y me trae recuerdos. No sé a qué día estamos, pasan tan rápidamente desde hace tan poco… Que luna tan gordita debe de hacer  y ni siquiera  puedo verla desde esta ventana ¡qué asco! Porque me gustaría comprobar si es más grande que mi pulgar y así saber si donde quiera que estés está igual, como en aquella película donde al final todo acabó bien ¡bah! Qué más da yo no la veo y tú seguramente no la quieres ver, sinceramente creo que debo hacerme a la idea de que ya no estarás pensando en esta niña, bueno, no soy una niña, no soy luchadora, no soy tu camino,  solo soy esa cara de idiota, idiota…Idiota por tener que recordar cada noche la última vez que me regalaste uno de aquellos jodidos besos y como dejé que me los arrancases sin intentar evitarlo, que fácil te resulto a ti perderlo todo en un momento.
Y esta noche solo te quiero olvidar…
Habiendo cumplido mis 17 primaveras me encontraba allí sentada; tirada; o como quieras llamarlo, con el calor propio de Mayo y aún así congelándome hasta la última punta de mi pie sin que yo lo notara, aún con la copa medio vacía de vodka y lima en una mano y en la otra con un cigarro al que pocas caladas le quedaban ya. Allí sentada, viendo como jóvenes pasaban frente a mí; unos con prisa, otros más calmados, afectados, divertidos, gritando, saltando e incluso algunos andaban en silencio; podía observar desde allí como algunos solo andaban siguiendo al resto y su silencio se ensordecía con el sonido de los coches, de los hielos, la música y la fiesta. Su silencio era el mío, silencio en aquella noche donde la copa de vodka me congelaba la garganta e iba tratando de hacerme olvidar aquello por lo que permanecía aún allí. Allí sentada mi ángulo de la vida era diferente, el mundo estaba del revés, todo parecía perfecto. Era capaz incluso de estallar en una carcajada, no parar de reír por unos segundos incluso de hacer parecer la chica más extrovertida del lugar, que triste que todo fuera producto del alcohol que ya me estaba inundando las penas del corazón y del calor y del frío, de la noche, de aquel bordillo y sobre todo de ese ángulo de la vida. Y la noche se alargó y dejé de preocuparme por mí, por ti, por tus besos y tu mirada, por tus te quiero y tus mentiras, todo se veía más sencillo desde allí, mi única preocupación era aquel dolor de pies rabioso causado por esos preciosos tacones negros de 12 cm que había comprado solo para aquella ocasión, siendo ellos un motivo, una excusa para sentirme mejor, para subir mi ánimo y recuperarme a mí con mis risas de medianoche. Una calada más y parecía que mis pensamientos se esfumaban con el humo. Un trago más con un amargo sabor a gotas de felicidad. Una carcajada al darme cuenta de que era incapaz de caminar, y más risas al verme caer. Y bajé de aquel escalón y recordé que solo bebía por olvidar, por sanar, una cura que daña y aquellos tragos de felicidad se convirtieron en suspiros de medianoche, se convirtieron en relatos de escalones, de tacones de agujas, de vestidos cortos y estrechos ceñidos a la cintura, de melenas largas y bien peinadas, de risas por compromiso, de vasos con hielos…de noches de olvido. Que mañana todo volvería a ser normal, a ser imperfecto, la mañana volvería a tener sabor a ti. Llegaba la última calada, el último trago al mundo del olvido, al país de las maravillas; lo intenté aprovechar, abrí los ojos, y desgraciadamente, me di cuenta de que no había funcionado. Y desperté, en la misma cama, en la misma distancia y nada había funcionado, aquellos tacones no fueron excusa para ser feliz y solo me quedaba esa maldita resaca, ahora solo me quedaba la esperanza de volverme a emborrachar.
Pasaré los días, pasaré las horas y las noches siempre se detendrán en el tiempo, porque desde que me dejaste, las estrellas caminan despacio, recorren el cielo, esconden la luna y se cuelan en los vasos de adolescentes atontados por no saber de la vida, por primeras experiencias, asustados por sus nuevos olvidos y les acompañan hasta que llega el día. Mi pregunta fue ¿Llegará el día que despierte con la luz del sol llamando a mi ventana para recordarme que ya solo queda en un sueño? Apaga y vámonos.

jueves, 27 de septiembre de 2012

Feliz cumpleaños Princesa de mi cuento.


¿Y si comienzo diciéndote las cosas a mi manera? Como siempre las he hecho desde el primer día, regalándote una canción, haciéndote ver lo que esconde una simple frase que puede volver luminosa cualquier mañana de Noviembre gris dando clases de matemáticas.
Mejor no, esta vez si me lo permites quiero comenzar haciendo las cosas diferentes porque tu llegaste para cambiarlo todo a mejor, asique intentaré decirte las cosas mejor, para que suenen más bonitas y emocionantes, para que cuando te encuentres a 3 horas a vuelo de pato y leas mis palabras llores con una sonrisa, pero recuerda que nunca unas palabras superarán la realidad, que es imposible de explicar con palabras lo que se siente cuando das un abrazo lo más fuerte que puedes, cuando ves aparecer a alguien saliendo de un tren o corriendo entre la gente del centro de alguna ciudad, que no se puede explicar con palabras la sensación de poder reírse sin un porqué y que aquel momento sea mágico, tan mágico que queda grabado para siempre en la memoria y es una de las cosas que quisiera saber expresar, así, con palabras, que no se puede, pero lo intentaré.
Puedo comenzar diciéndote Buenos días PRINCESA, aquella mañana hubiese deseado conocer a aquella princesa de ojos azules y pelo castaño, inocente por fuera, fuerte por dentro, aquella mañana era la perfecta para conocer a una princesa de cuento, sin final feliz por aquel entonces quizás, aún así princesa de un cuento del que nunca dude que deseaba participar. Mañanas de viajes con lágrimas en los ojos, de corazones empequeñecidos por la rabia, por no entender a ciertos monstruos de aquel entonces. Solía buscar una mirada entre la gente que calmase esas lágrimas, solía mirar el paisaje dejándome llevar por cada nota de una nueva melodía que sonaba en mi cabeza…solía buscar princesas de esas que salvan corazones, y llegaste tú, tu no eras una princesa a primera vista, ¿quién ha visto princesas sin largos vestidos de cola rosas, sin largas melenas que se mezclan entre el viento, sin corona, sin ranas ni príncipes? Yo al menos nunca vi una princesa así, me equivocaba…una princesa no es aquella que aparenta y que lleva coronas o que es hija de un rey, una princesa es aquella que te sabe escuchar, que aparece cuando más la necesitabas, es enviada por algún hada, que no desaparece a las 12 de la madrugada, que permanece contigo a pesar de las dificultades, a eso deberíamos llamar princesa.
Puedo comenzar a decirte que vi en ti lo que mis ojos no me dejaron ver año atrás, que mis lágrimas me enseñaron quien eras, que me enseñaron a quererte, a hacerte sonreír. Y llegó, llegaste y llegaron mis canciones para decirte, gracias princesa, estuviste ahí y no supe decirte que puedes volar todo lo alto que puedas, que nadie sabe realmente quien eres, que nadie conoce a la princesa, que solo yo tuve esa suerte y que no la dejaré escapar.
A día de hoy, después de risas, carcajadas, lágrimas, emociones, bulevares, tiendas de centros, parques de libros, abrazos eternos, estaciones abarrotadas de gente…después de todo eso y más, aquí estamos de nuevo, en Septiembre, a 3 horas a vuelo de pato, pero sin alas para volar, con las gotas de lluvia golpeando mis ventanas y la nostalgia paseándose por mi cuerpo, aquí estoy yo de nuevo, sin ti, contigo, pero lejos de ti. Allí estás tú de nuevo haciéndome recordar que un día conseguí aprender lo que significaba la palabra distancia, el dolor y la alegría que es capaz de causar, lo especial que te hace, que contigo aprendí y aprenderé una y mil veces más que cuando el tren se marcha y quedas apoyada en el filo de la ventana, cuando mis ojos deciden no ver desaparecer en un punto el tren en la lejanía, aprenderé que eres mi princesa, que siempre regresará por mucho que la espera se haga eterna, por muchas gotas de lluvia que deba ver caer, por fríos y vientos del norte que inexplicablemente me hagan echarte, más aún si cabe, de menos . Que es Septiembre y el frío engaña a los corazones débiles que conocen el camino de los patos hasta su hogar, que el frío me recuerda a ti.
Seguramente seas una de las personas más maravillosas que he conocido nunca, por todas las veces que has hecho que me ría, o que sonría. Por cada abrazo, por todos y cada uno de los detalles que tienes conmigo. Por todo en lo que te has convertido en tan poco tiempo. Porque siempre haces que un día malo se convierta en el mejor. Porque he descubierto en ti a una de esas personas que no soportarías que se fuera, que querrías tener siempre cerca, a tu lado. Porque ya no me imagino sin ti, ni quiero imaginarlo. Por elegirme, por arañarme el corazón, por ser así como eres, GRACIAS. Como nos dijimos un día y nos recuerda siempre aquella canción, gracias por la alegría y la paciencia cuando todo iba mal.
Y hoy 27 de Septiembre, el paso de las horas ha logrado que tu ausencia se haya hecho más presente aún, que me he acostumbrado a que te rías de mi inocencia, trates de hacerme enfurruñar y que te encante lograrlo, a que siempre estés llegando…y cuando llegas toda la espera se me haya olvidado. ¿Sabes que es lo más bonito que te puedo decir hoy? Felicidades princesa, nunca dejes de cumplir años en la distancia o conmigo porque, siendo ya septiembre, lo que más deseo es que volvamos a pasar frío juntas.
No olvides pedir tu deseo, porque como dijo mi amiguito Paulo Coelho “El riesgo de alcanzar un sueño es lo que hace que la vida sea encantadora” asique debemos tener una vida maravillosa ya que nunca hemos dejado de soñar.
Peter Pan se despide recordándote que nunca dejaremos de ser niñas aunque campanilla nos robe los polvos de hada, es algo que llevamos dentro, que tú me has dado, forever Young.

martes, 25 de septiembre de 2012

SABER O NO SABER

"ESA CARA DE IDIOTA" capítulo 6



Podría empezar por contaros lo que sucedió, como acabó todo...pero sería inútil porque todo acabó antes de yo misma saberlo. ¿Cómo caer en la cuenta de algo que desconoces?... Y sobre todo, cuando una mañana de Otoño lo vuelve todo anaranjado, te hace sentir en paz...no hay manera de que el tiempo te haga odiar o pensar mal. Por eso mismo, este final fue el principio de otro final dubitativo.
Sé que llego tarde, sé que no llevo la ropa apropiada y seguramente no vaya todo lo abrigada que debiera, que es Otoño y de nuevo olvidé el paraguas en casa - bonita manía mía de confiar en el sol -, que hemos hecho cábalas para conseguir vernos en este día, que yo no deseaba dejarlo escapar, que necesito verle, lo sé, cuantísimas cosas  hoy y, sin embargo, desconocía la más importante, ¡que más dá!, llego demasiado tarde como para pararme a pensarlo. Hoy es un día especial, pero solo para algunos, San Valentín. Siempre he sido de aquellas que trataban de ir contra lo impuesto y me encerraba en mi frase de: "San Valentín es un invento del corte inglés, bla bla bla" ¡pamplinas!... Porque luego llega una y se encuentra en esta situación: le quiero, y le voy a ver hoy... justo hoy y, sin ni siquiera entender por qué, siento que es un día diferente y que, si fuésemos una pareja normal, desearía que me regalase una rosa de esas rojas que todo el mundo compra tanto cuando quiere pedir perdón como cuando quiere mostrar su amor...Yo nunca le dije que mi flor favorita eran los tulipanes, que era chica difícil pero fácil de engañar, que odiaba las rosas... Pero hoy, sin saber porqué, deseaba esa estúpida rosa. Recuerdo todo lo que tuve que andar, a paso veloz, sólo por verle a él durante una hora, una hora que pasó cual relámpago, todo lo que debí pensar mientras caminaba y caminaba deseando llegar a mi destino...Tus besos, tus jodidos besos, esos que tanto añoraba y con los que tanto había soñado hasta aquel instante. Y mientras andaba, pensaba...Y soñaba, por supuesto, soñaba con que quizás me sorprendería y se saldría de todas mis expectativas llevándome una rosa, diciéndome te quiero, teniendo un detalle conmigo, pensaba en cómo sería si sucediera, porque era de aquellas veces que por mucho que una supiese que algo no iba a suceder, aún así tu mente quiere engañarte y hacerte pensar en ese 0,1% de esperanza que albergas en tu corazón. Me aferré a ese 0,1%, ¡tonta de mí!, pero no me importó. Aquella esperanza se desvaneció en cuanto le vi, en cuanto me besó y me abrazó, en cuanto puse aquella cara de idiota, de nuevo, sin poderla contener.

Pasear en Otoño tiene un encanto especial, es como si tu alrededor te ayudase a llevarlo todo mejor, no sabes cómo pero te ves capaz de más cosas... Qué daría ahora por haberle dado un beso más, por haber hablado menos, por haberle disfrutado, por haberle conquistado, por haberle sentido unos segundos más... que daría ahora yo... Pero, ¿qué sabía yo por aquel entonces de conquistas y de tiempos? Aquel día sabía que no iba lo suficientemente abrigada, lo sabía, y pude sentir el calor de su cazadora, aquel día sabía que se me había olvidado el paraguas, lo sabía, y pude abrazarme más a él cuando comenzó a llover en medio del parque, con suelos de hojas marrones y naranjas empapadas, con gotas deslizándose por cada flor. Lo sabía, pero no sabía que en su interior no era lluvia si no tormenta lo que había, tormenta de dudas, de amor y desamor, de querer y no poder, de sentir y perder.

Y llegó la despedida, nuestra tercera despedida, debía volver a aquel mundo de subidas y bajadas, de idas y venidas, de campos de olivos olvidados, de noches que sabían a frío y nieve...de lejanía. Me quedé con el sabor de sus labios, con su dulce mirada siguiendo mis pasos al alejarme, con su pelo revoltoso que jugueteaba con el viento de este otoño. Me quedé, y su recuerdo ahí se quedó.
Que yo sabía, que sabía muchas cosas, pero con los días solo supe de despedidas, de esperas, de olvidos...
Esperaba un mensaje que no llegaba, un saludo que no existía. Esperaba un ¿nos veremos este fin de semana?  Ese marchó  y confié en él, confiaba en la distancia, ¿por qué confié? Quizáshasta entonces, no conocía de cerca a aquella vil malvada llamada distancia, que confundía corazones, que hacía olvidar amores.

Confié y me resigné a 
su llegada, allí estaba yo, esperando, pasando los minutos como podía; iba y venía, me miraba al espejo, me retaba a superarme, pero esperaba, solo esperaba, sabía que él ya había llegado, sabía que él también conocía que yo estaba allí, que deseaba verlo, que deseaba besarle, sabía que él sabía. Pero él no supo como contarme que la distancia juega con los corazones débiles, que confunde miradas, y ayuda a cometer estupideces. Y no lo supe no supe lo que él sabía, hasta que la vida decidió calmar mis dudas, aliviarme la tristeza, darme respuestas a mis porqués: - ¿Oye, sabíais que... estuvo con una chica cuando viajaron durante aquella semana?- Y mis porqués fueron contestados, mis dudas fueron resueltas, y a todas las palabras que nunca me dijo supe darle sentido... El final. No había más. Me fui de aquel lugar, me hice paso entre la gente, ocultaba mis lágrimas para hacerme más fuerte, y la gente me agobiaba, no podía respirar. Un mes antes yo hubiese sido aquella niña, pero no, todo cambió y delante mío sin yo saberlo acabó. Mi cabeza siguió empeñada en ese maldito 0,1% de esperanza, que yo siempre he odiado y me había jugado una mala pasada, sabía que él es un despistado, sabía que él es un pasota, sabía que él no le gustaba la lejanía, sabía, sabía, sabía...no sabía nada, no te engañes.




Siempre se ha sabido que nada en la vida es para siempre, pero a veces dura lo suficiente para ser inolvidable, esto es lo único que sé.